Desde las Olimpiadas de Río de Janeiro hace dos años aproximadamente, el golf volvió a adquirir la categoría de deporte olímpico teniendo en consideración las condiciones en las que tenían que estar los jugadores para poder llevar a cabo esta práctica deportiva. Y es que cada año, las exigencias físicas y las ventajas de este deporte son más evidentes y, por tanto, la necesidad de mantenerse en una buena forma física para conseguir unos golpes más fuertes, más largos y más rectos.

Los movimientos propios del golf, en especial los implicados a la hora de realizar el swing, tonifican los músculos del tronco, es decir, de los brazos, espalda, tórax y abdomen. Además de que mejora la coordinación motora, el golf no perjudica a las articulaciones, como otros deportes de alto impacto donde se sobrecargan fácilmente, y sirve para quemar más grasas de lo que aparentemente se cree. Se calcula que, en un campo de 9 hoyos, si se recorre a pie y cargando la propia bolsa de palos, se queman 721 calorías y, usando un carrito manual, 718, según un estudio del Rose Medical Center.

Como es un deporte relativamente estático y se juega al aire libre, es ideal para personas con enfermedades cardiovasculares o metabólicas y, además, libera estrés y ansiedad diaria al exigir un alto nivel de concentración y estrategia. Un deporte que, en definitiva, tiene muchos más beneficios tanto físicos como mentales.

Un campo de 9 hoyos quema más de 720 calorías

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